Marca basada en una relación de confianza: veterinario y dueño de mascota 🙂
Lo primero fue el nombre. Marina abría su propia clínica. Contaba con experiencia anterior, además de clientes que la conocían por su nombre de pila y querían seguir confiándole la salud de sus mascotas. Era inevitable que acabaran refiriéndose a su nuevo local como ‘la clínica de Marina’. Por qué no hacerlo oficial y aprovechar la dinámica. Ya teníamos nombre familiar y pegadizo. Lo siguiente era la imagen gráfica.
¿A quién no le ha recordado alguna vez la letra eme mayúscula a las orejas de un gato, un perro, un caballo, etc? Estaba cantado, podíamos articular la imagen gráfica teniendo como punto de partida la inicial de Marina representando a una mascota, y ese fue el resultado.
En la parte publicitaria del proyecto, continuamos con la misma línea cercana y personal. Se diseñó una pieza impresa con la imagen fotográfica de la propia Marina presentándose a su público objetivo, clientes anteriores y clientes potenciales.